Mensaje de la Conferencia Episcopal ante la muerte de Monseñor Alejandro Goic Karmelic

“Nos unimos al dolor por el fallecimiento de Mons. Alejandro Goic Karmelic” y “damos gracias a Dios por su vida y ministerio”, señalan los pastores.

El mensaje recuerda su largo servicio pastoral, relevando que fue Presidente de la CECh durante dos períodos consecutivos entre 2004 y 2010. También se destaca su aporte a la pastoral juvenil desde el CELAM, al Sínodo de los Obispos y a la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Santo Domingo, además de su impulso de la Primera Asamblea Eclesial Nacional (2007), “manifestando su preocupación por la participación y la misión evangelizadora del Pueblo de Dios”. Asimismo, destacan “su conocida sensibilidad social, expresada en gestos y palabras que buscaban situar en el centro a los más pobres y postergados de nuestra patria.

Recuerdan también, que Mons. Goic fue presidente del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas, promoviendo las orientaciones Cuidado y Esperanza y alentando “un trabajo de escucha y acogida hacia quienes han sufrido estas dolorosas y graves situaciones. Tras su partida, como Obispos asumimos su legado de compromiso y humildad, de aprendizaje, reparación y sobre todo de prevención para que estos sufrimientos no se repitan”.

Finalmente, los obispos encomiendan su alma a la misericordia del Señor Resucitado: “Rezamos por su eterno descanso, su familia y las comunidades que acompañó. Que Cristo Buen Pastor, a quien entregó su vida, lo reciba en su paz y plenitud”.

Firman el mensaje, el Arzobispo de La Serena René Rebolledo Salinas, Presidente del Episcopado; el Arzobispo de Antofagasta Ignacio Ducasse Medina, Vicepresidente; el Arzobispo de Santiago, Card. Fernando Chomali Garib; el Obispo de San Bernardo Juan Ignacio González Errázuriz; y el Obispo de Santa María de Los Ángeles, Cristián Castro Toovey, Secretario General.

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Biografía

Nacido en Punta Arenas, fue ordenado sacerdote el 12 de marzo de 1966 en su ciudad natal. Durante sus primeros años ministeriales, se desempeñó como párroco de Nuestra Señora de Fátima y capellán de la Penitenciaría de Punta Arenas, además de vicario general de esa diócesis. Tras la muerte de monseñor Vladimiro Borić Crnošija (Obispo de Punta Arenas) en 1973, ejerció como vicario capitular hasta la llegada del nuevo obispo, monseñor Tomás González.

En el sur del país, le correspondió participar activamente en las gestiones que realizó la Iglesia católica chilena junto con su par argentina, para evitar un conflicto bélico en 1978, esfuerzo que culminó con el arbitraje papal. Entre 1975 y 1976 profundizó sus estudios de teología en la Abadía de San Andrés, en Brujas, Bélgica.

Camino episcopal
El papa Juan Pablo II lo nombró obispo titular de África y obispo auxiliar de Concepción en 1979. Recibió su ordenación episcopal el 27 de mayo de ese mismo año, en el Vaticano, de manos del propio pontífice, siendo el primer obispo chileno ordenado directamente por él.

Posteriormente, en 1991, fue trasladado a la diócesis de Talca como obispo auxiliar, hasta que en 1994 fue designado obispo de Osorno.

Su vínculo con la diócesis de Rancagua comenzó en 2003, cuando Juan Pablo II lo nombró obispo coadjutor. Un año más tarde, tras la renuncia de monseñor Javier Prado Aránguiz, asumió como obispo, cargo que desempeñó hasta 2018.

Servicio en la Iglesia chilena
Además de su labor pastoral en las diócesis que encabezó, monseñor Goic ocupó un rol protagónico a nivel nacional. Fue presidente de la Conferencia Episcopal de Chile entre 2004 y 2010, y presidió el Consejo Nacional para la Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas desde 2011, promoviendo políticas de protección de menores y de ayuda a quienes sufrieron situaciones de abuso.

Monseñor Goic tuvo un importante rol, dando a conocer la opinión de la Iglesia en temas de contingencia y justicia social: su intervención favorable en la huelga de trabajadores de la Mina El Teniente del 2007 y su referencia al “sueldo ético” en 2009. También fueron tópico de preocupación “las desigualdades escandalosas”, la situación preocupante que viven los inmigrantes o los privados de libertad.

Recordado por su carácter sencillo y pastoral, monseñor Goic dedicó su vida a servir con cercanía a las comunidades, con un fuerte acento en la justicia social y el acompañamiento de los más vulnerables. Su paso por Punta Arenas, Concepción, Talca, Osorno y especialmente Rancagua, dejó huellas profundas en sacerdotes, laicos y familias que lo reconocen como un pastor cercano y comprometido.

La Iglesia de Rancagua y toda la comunidad católica chilena se une en oración por quien ha sido, por más de cinco décadas, un ejemplo de servicio y fidelidad al Evangelio.

CRISTO ES MI VIDA
“La vocación es un don de Dios. Desde los años de seminario y después, en toda mi vida sacerdotal y episcopal, he tenido la gracia de la cercanía de creyentes (sacerdotes, mujeres consagradas, diáconos y laicos) ejemplares en su fe, en su amor, en su entrega. De todos ellos he recibido mucho.

La fascinación por la persona de Jesucristo y su Evangelio ha sido esencial. Mi lema episcopal, “Cristo es mi vida”, marca mi ministerio. Es lo único que he anhelado y anhelo, más allá de mis fragilidades: que Cristo sea mi vida y el centro de todo. El amor a la Virgen María es fuente de espiritualidad.

La figura de san Francisco de Asís me motiva y conmueve. El testimonio y coraje de san Alberto Hurtado es inspiración y fuerza. Y tantos hermanos y hermanas ya fallecidos y tantos que hoy me animan y sostienen”, mons. Alejandro Goic Karmelic 27 de mayo de 2009.

Fuente: Comunicaciones Rancagua